A lo largo de todos estos años en el sector de las puertas y maderas nos hemos encontrado una frecuente confusión entre los términos de lacar o pintar una puerta. Por eso, queremos contaros las diferencias, ya que si bien ambas son factibles para realizar a unas puertas, pero no tienen el mismo resultado.
Lacar las puertas es un proceso que requiere una mayor elaboración y delicadeza para asegurar que el resultado es perfecto. En este proceso se requiere una preparación previa de la puerta que se debe lijar y se le deben aplicar productos de imprimación para que la superficie de madera quede totalmente lisa y sin imperfecciones. Posteriormente se procede al proceso de lacado mediante herramientas especializadas. El lacado se puede hacer en el color y con el nivel de brillo que se desee. Finalmente, el proceso acaba con el secado de la puerta que debe hacerse en unas condiciones específicas para evitar que se pueda estropear todo el trabajo.
Pintar una puerta requiere de un proceso similar ya que se debe lijar la superficie y aplicar una imprimación. Sin embargo, el acabado no es tan perfecto ya que la superficie quedará algo rugosa y sin brillo. Además, el acabado será menos duradero y su mantenimiento algo más complejo.
En resumen, con el lacado conseguimos una superficie lisa, sin imperfecciones, fácil de limpiar y muy duradera. Por el contrario con la pintura la textura es más rugosa y más fácil de que se estropee.
¿Te quedas con las puertas pintadas o prefieres las lacadas?